La colaboración entre coleccionistas, curadores, restauradores, editores… ¿Cómo y por qué?

El coleccionismo de arte puede parecer una actividad solitaria, individual y meramente subjetiva. Sin embargo, como sucede generalmente con toda práctica relacionada a las artes, la colaboración entre profesionales y especialistas en diferentes áreas puede ser beneficioso para el valor económico e histórico de una colección. Pero, ¿cómo por qué y para qué?

En el imaginario común, el arte tiene una función decorativa. Y en ocasiones sí lo es o lo puede ser. Pero pensemos en el coleccionismo como un ejercicio que trasciende la superficie y se involucra y compromete con las obras de arte como objetos culturales que no solo tienen un valor económico, sino que representan sistemas de pensamientos, contextos históricos, estéticas, culturas y, sobre todo, una fuente de conocimiento. Es esta, quizá, la diferencia entre un comprador y un coleccionista del arte: mientras el primero consume un objeto material, el segundo preserva un bien cultural.

El coleccionista profesional es – o le interesa ser- el eje de una red de colaboraciones que le permita mantener sus obras vivas y disponibles para ser vistas. Es así como se han hecho importantes algunas de las colecciones más relevantes del mundo,  Lograrlo implica trazar una ruta específica para reconocer con quiénes se puede colaborar en beneficio de los acervos.

En términos generales, aquí alguna de las profesionistas -sin orden específico- con los que resulta importante trabajar y por qué:

-Art Dealer

Los Art Dealers (como Sybaris) son probablemente los profesionistas más vinculados con la práctica del coleccionismo. Un art dealer es necesario para recibir asesoría especializada sobre las obras de arte en las que un coleccionista está interesado o en presentar los artistas que están mejores cotizados o en tendencia. Los Art Dealers también bridan un panorama informado sobre los movimientos del mercado del arte, las acciones que conviene o no tomar según los comportamientos del mercado, los movimientos que una obra o una colección puede tener para incrementar su valor, así como brindar toda la información necesaria sobre la pieza en cuestión. Lo más importante es que un Art Dealer es quien puede establecer las mejores negociaciones y vínculos tanto al hacer una adquisición como una vez que ya se realizó la compra.

– Curadores

La práctica curatorial no esta exclusivamente enfocada en la conceptualización y la creación de exposiciones. En el ámbito de las colecciones de arte, un curador o curadora puede convertirse en uno de los principales asesores de los coleccionistas al momento de armar una colección con una temática, estilo o propósito coherente. Los curadores también pueden ofrecer asesoría sobre los préstamos que el coleccionista puede realizar para exposiciones o, mejor aún, instituir una dinámica expositiva para la colección. Si bien puede ser una colaboración temporal, los curadores suelen trabajar siempre de la mano con coleccionistas que buscan expandir las posibilidades y propuestas de su colección para mantenerla viva más allá de las bodegas o las paredes de una casa.

 

-Historiadores del arte

Muchos curadores son también historiadores del arte, sin embargo, la pertinencia de trabajar con un historiador (independientemente de si se dedica a la curaduría o no) es comenzar a generar una narrativa alrededor de la colección. ¿Cómo es esto? Muchas de las colecciones de arte, especialmente aquellas de arte contemporáneo, no están documentadas con información básica más allá de la ficha técnica. Muy pocos coleccionistas toman en cuenta lo fundamental que es generar una documentación de las obras que incluyan la descripción de la obra, bibliografía sobre la pieza y un panorama sobre lo que se ha dicho en términos críticos o teóricos de los temas que aborda la pieza. De esta manera, las colecciones pueden generar todo una carpeta construida sobre el valor simbólico e histórico de la pieza que posee.

-Conservadores / Restauradores

Comprar una obra de arte no es lo mismo que comprar cualquier otra cosa. Necesita cuidados especiales y una vida por delante que seguir. Las obras de arte NO son objetos muertos. En términos de materialidad y objetualidad, el arte solicita de preservar su imagen a tráves del tiempo. Una imagen que, dependiendo de su «edad», puede verse afectada por cuestiones tan básicas como el lugar, la temperatura, la luz, la humedad y cualquier otro elemento o atmósfera externa. Es por esta razón, que los conservadores pueden guiar al coleccionista para conservar, literalmente, sus obras de arte en las mejores condiciones tanto en términos de almacenamiento como si están expuestas en un espacio íntimo o público. Asimismo, los conservadores son los profesionistas que pueden indicar la mejor manera para almacenar las obras: las alturas en las que se deben colocar en bodega, las condiciones que estas bodegas deben tener, si se debe empacar o no, qué cuidados hay que tener cuando se muestren o en la cotidianidad.

Por otro lado, de la mano con los conservadores, los restauradores son la mano derecha de los coleccionistas para atendender puntual y oportunamente algún tipo de daño que tenga la pieza por efectos del paso del tiempo o, incluso, por descuidos en la preservación. Cabe aquí destacar la importancia de reconocer las necesidades de cada pieza, en caso de que se trate de una obra de arte con siglos de existencia u obras contemporáneas que puedan basarse en materiales perecederos u obsoletos.

-Editores

Los editores son quizá los profesionistas menos considerados al conformar una colección. Y en efecto los son. Sin embargo, llega un momento clave de la vida de la colección, una vez que ha pasado por los procesos antes mencionados, que la documentación de una colección necesita de una salida externa para dar a conocer las diferentes dinámicas que el acervo ha tenido y su reverberación en el tiempo. Es decir, existen diferentes tipos de libros o publicaciones que un editor puede pensar a beneficio de la documentación que, a diferencia del archivista, no se hace de manera interna, sino que tiene el propósito de hacer investigaciones mucho más profundas sobre el valor simbólico e histórico de la colección. Al hacer de una especie de catálogo de las obras que se tienen es también generar material de investigación que contribuyen a las narrativas propias del arte.

 

-Archivistas 

El trabajo con los archivistas viene de la mano de la documentación. No se trata solamente del archivo documental (la información, bibliografía y fichas técnicas), sino también en lo correspondiente a obras de arte que necesitan una forma de catalogación u organización precisa. El almacenamiento de obras, si lo pensamos a partir de la imagen del acomodo de libros, de discos, o materiales que conforman un conjunto, requieren de un orden y una lógica que sea funcional tanto como para el funcionamiento interno como para las posibilidades que puedan venir desde fuera: las posibles investigaciones, exposiciones, escrituras que pueda haber de una obra o de la colección completa. Así, un agente especialista en archivos resultará imprescindible para también encontrar las diferentes otras formas en que se ha hablado, visto, dicho, fotografiado, etc., una obra.

-Fotógrafos

Una de las principales carencias de los coleccionistas es contar con una buena y profesional documentación fotográfica de las obras que pertenecen a la colección. Generalmente, los coleccionistas suelen creer que no es parte de sus funciones tener una buena toma de su pieza; sin embargo, los beneficios de hacerlo trascienden cuestiones temporales y hasta legales. En muchas ocasiones, las obras de una colección pueden ser requeridas para artículos o libros, por lo cual pueden proporcionar una fotografía que cumpla los lineamientos internos es fundamental para mostrar lo que se quiere mostrar. Tomar una fotografía de la pieza es una de las mejores inversiones que pueden funcionar para generar otros vínculos en el presente, pero también para preservar con el tiempo.

 

-Abogados

Tener un abogado es probablemente el punto más complejo y burocrático de una colección de arte. Sin embargo, es imprescindible no sólo para las cuestiones legales en torno a los trámites de compra-venta, sino también con lo referente al uso de imagen de una pieza de la colección. Este es un tema muy poco hablado, pero un coleccionista debe tomar en cuenta que, aunque tenga una obra, los derechos de la pieza es una suerte de matrioshka: si bien una obra te pertenece, es necesario establecer a quién pertenece los derechos de reproducción. En muchas ocasiones, las fundaciones de artistas poeseen dichas atribuciones, por lo cual es necesario establecer en un contrato los pormenores de pertenencia. La obra de arte en términos legales sigue siendo un objeto, sin embargo, la imagen -tan abstracta como parece- puede ser propiedad de terceros. Otra atribución más es el de la fotografía que se toma al objeto. En estos casos, se deben tomar en cuenta las leyes de propiedad intelectual que apliquen para cada país o institución y así evitar pormenores.

Honore Daumier, Two Lawyers Conversing.